sábado, 4 de abril de 2020




LA REALIDAD HUMANA FRENTE A UNA PANDEMIA


Desde el martes 10 de marzo, cuando se dio la directriz de no regresar al trabajo por la Pandemia, el mundo no volverá hacer igual, tal vez nuestro país aprenda la lección o quizá siga el mismo rumbo que durante siglos lo ha enmarcado. Por estos días se escuchaba a muchos expertos opinar sobre cuáles serían las consecuencias para la economía en esta emergencia sanitaria, nombres como Adam Smith y su teoría sobre La Riqueza de las Naciones, profundizan aún más la realidad que viven los países que cayeron en manos del monopolio capitalista y las contadas familias que han sabido explotar los recursos y riquezas de los países.

Muchas enseñanzas nos ha dejado la COVID19, el hombre que era invulnerable, arrogante y prepotente frente al poder, hoy está sumido en la impotencia, en el nerviosismo que produce al mismo estilo de las películas hollywoodense de terror y apocalípticas. El egoísmo, la hipocresía, las ansias de poder se han quedado en el camino, se rompió el velo y dejó dilucidar la cara menos amable de quienes por muchos siglos ostentaron de potencias, sus sistemas de salud expiraron en las manos de capitales privados, el negocio sólo fue rentable para su dueño, pero, la ausencia de las mínimas condiciones de atención dejan sumida en una gran crisis el sistema de salud; los hospitales carecen de camas, respiradores, medicamentos y como si fuera la desgracia de desenmascarar a los culpables, vemos que el personal médico no cuenta con las garantías de desempeñar su función. Las leyes funestas, los sueldos de miseria y la inversión social fueron la constante de las hegemonías gobernantes, la pandemia puso al descubierto el nocivo imperativo del Capitalismo salvaje.
Humanizar las sociedades y apartar los sistemas  de explotación deben ser las propuestas para un futuro, es increíble que el mundo respire paradójicamente mejor aire y la tierra se sobreponga con esta crisis, gracias a la ambición y avaricia de quienes no supieron administrar nuestro planeta.     
El peor momento de la historia de la humanidad, desestabiliza y está mostrando nuestra verdadera naturaleza, lo ruin y miserable que somos, un mundo de cabeza al que un virus ha desconectado del consumo y la masificación, del producir y no dejar de trabajar, para conectarnos con una familia que desconocíamos y por ello no soportamos, de ahí que se haya triplicado la violencia doméstica; la corrupción está en aumento y hace despreciable nuestros gobernantes al robar un mendrugo de pan al más necesitado. Los Bancos al mejor estilo saquean a la víctima y como vampiros extraen la poca sangre que permite fluir oxígeno al cerebro. Nadie se escapa del caos, la indiferencia por el prójimo es lo más notable, seguimos sin entender que lo más valioso es la vida, no las cosas materiales. Nos preocupa más la economía, el tiempo que pasa desespera en casa, nos está atosigando por no producir, nos volvimos máquinas del capitalismo, estamos desnudos de cuerpo y mente. Luego, entonces ¿Qué queda? Vivir de la mejor manera, valorar no al dinero sino a lo que da sentido, lo humano, compartir lo que tenemos y no lo que sobra, ser agradecidos si este momento nos da la posibilidad de hacerlo.

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