sábado, 30 de julio de 2016

UNA TARDE GRIS


Aquella voz interna me recuerda los muchos momentos que pasé contigo.
Miraba hacia el cielo, en aquella tarde gris,
tus ojos reflejaban la belleza que con donaire el día no mostraba,
una tarde gris que era impredecible, pero tus curvas bien formadas, me hacían olvidar, lo triste que sentía mi palpitar.
Tu cabello y ese ímpetu de mujer difícil, hacían de la tarde gris, la razón en despertar éste loco frenesí.
Paso a paso, vuelvo a mi recuerdo los lindo momentos de aquella tarde gris.







domingo, 10 de abril de 2016

EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD

La interminable soledad del hombre de nuestro tiempo hace que cometa innumerables errores, ellos se evidencian en la descomposición social que vivimos. Esfuerzos fallidos por mejorar nuestra calidad de vida, parecen la intención de los programas gubernamentales y de educación. De fondo son muchísimas las causas que se podrían enumerar de una sociedad caótica como la actual, pero basta sólo en pensar nuestra legislación actual para darnos cuenta cómo vamos. Un padre que quiere educar a su familia bajo los preceptos éticos y morales, estará encerrado en un sinnúmero de leyes que le cohíben de ejercer autoridad. Por otro lado en la misma línea, padres permisivos, alcahuetes y sin autoridad que justifican las acciones delictivas de sus hijos, sin reparo alguno y por el contrario haciendo culpables a otros de su incompetencia familiar. Padres que forman desde la distancia o por otras vías muy de moda en la comunicación global y digital. Tantas formas, pero la verdad, sólo una, los hijos nunca estuvieron tan solos, tan desprotegidos, tan incomprendidos, tan tristemente miserables, como hoy. Una sociedad diluida en la insensatez, en la ceguera mental, en la justificación del todo se vale, porque cuando no somos capaces de actuar bien y valernos por los argumentos de la razón y la coherencia de los actos, cualquiera puede tener la verdad, cualquiera puede ser gobernante, cualquiera puede ser papá o mamá o simplemente cualquiera puede ser dios; dinero, poder, fama, esos son los dioses que condicionan y llevan al abismo.  Una testarudez puede ser una amenaza a la extinción, y esa puede ser la causa de ver lo antinatura como normal, la mentira como verdad, la oscuridad como luz, lo sombrío como lúcido y transparente, y lo más delicado, creer que todo va por buen camino.

La soledad de no aceptar compañía diferente a su orgullo, prepotencia y autosuficiencia. El deseo de acaparar, acumular y hacerse infeliz es la línea del hombre de nuestra era civilizada. Somos capaces como lo dijo alguien, de enviar naves a la luna, pero no hemos tenido la sensatez y la voluntad de vivir como humanos.

domingo, 21 de febrero de 2016

HABLAR Y ESCRIBIR BIEN, UNA DIFÍCIL TAREA


Hace apenas dos días del anuncio del fallecimiento del más grande de los filósofos y semiótico italiano, Humberto Eco, para pensar un poco en la sociedad que ha dejado el gran maestro. Crítico del buen periodismo, de la buena escritura y por supuesto de la buena retórica y dialéctica escasas en nuestro tiempo. Y es que son tantos los pensadores e intelectuales que han dilucidado la pobreza del buen hablar y escribir en nuestros políticos, periodistas y profesionales en el ámbito ya mencionado, que se hace notar con urgencia la necesidad de preocuparnos en el campo de la educación por una buena formación de los futuros académicos. Es muy triste observar, como desde las aulas muchos maestros atropellan el idioma con errores garrafales de pronunciación y hasta mala ortografía cuando necesitan escribir en el tablero, en los diarios de igual manera se cae en la tentación y error idiomático.  Claro está que en una sociedad tan volátil, superficial e inmediata como la nuestra poco cuenta si nuestros políticos o periodistas hablan o escriben mal, eso no está dentro de la agenda cultural, al parecer, lo más importante es el amarillismo y el morbo informativo, no importa cómo se diga. La escuela y la universidad, deberían ser pioneras en redescubrir el amor por el buen hablar y el escribir, volver a los clásicos literarios, a transcribir fragmentos, poemas y cantos tan recordados por quienes hoy sobrepasamos cinco décadas. Es necesario estimular el arte de leer y escribir,  sopena de perder nuestra identidad en el maravilloso realismo mágico de nuestras costumbres.