LOS GRIEGOS, LA FAMILIA Y LA EDUCACIÓN
Los griegos fueron una civilización en la antigüedad con una
plena denotación, y creo que su éxito fue delegar en los individuos la utilidad
del ser ciudadano y su deber. En casa, los padres actualmente carecen por sus
múltiples ocupaciones de principios básicos de formación y educación. Cuando
los griegos deseaban compartir algún conocimiento lo hacían en el ágora, lugar
por excelencia de reunión de todos los ciudadanos, allí se discutían todos los
temas. Hoy el lugar por excelencia de la
familia, la institución básica de la sociedad, es un completo dilema, debería
ser la casa, pero a veces ella cumple un solo objetivo, albergar personas
anónimas, que comparten pero no se saludan, que tienen comedor pero no lo
utilizan, que la única forma de comunicación es cuando uno de los integrantes
necesita algo. Una casa llena de habitaciones, con múltiples objetos que aíslan
y disuaden la realidad. - A veces es
mejor que los niños estén entretenidos en algo y no que se la pasen en la
calle, no importa que ellos ni saluden – afirman algunos padres. Los
conocimientos en casa no los comparten los padres, lo hacen los objetos que
allí están.
En el mundo globalizado que vivimos actualmente, los padres
dejaron perder su esencia en el momento que creyeron que la tecnología lo hacía
todo, por eso es muy usual que el teléfono celular sea el medio de control más
rápido, so pretexto de localizar y saber al menos donde está el muchachito (a),
y es curioso que cuando se está en casa, ni siquiera se intercambia una palabra
o un saludo. Es lamentable ver niños en minoría de edad, cinco o seis años con
los últimos modelos de celulares de línea. Otros padres, un poco más modernos,
ya utilizan las redes sociales para saber que contactos tienen sus hijos y
quiénes son sus amistades cercanas, anteriormente nuestros padres conocían
nuestros amigos porque ellos iban a las casas y compartían no sólo los juegos
sino los mismos alimentos. Es muy normal observar en las habitaciones de los
hijos, objetos como un televisor, un equipo de sonido, el ordenador portátil,
porque ellos llenan el vacío y suplen la presencia de los progenitores. “Educa
al niño y no tendrás que castigar al hombre”, reza la frase.
El acompañamiento de los padres en el proceso enseñanza
aprendizaje debe ser continuo, de permanencia y seguimiento, pero
lamentablemente nuestra sociedad carece de algunos elementos que impiden dicha
tarea, por ejemplo existen niños cuya asistencia y formación está a cargo de
los abuelos, los tíos o de las señoras que colaboran en los quehaceres de la
casa. En ningún caso es un delito que alguien cercano, colabore con el cuidado
de los pequeños, no, por el contrario son muchos los que salen adelante con la
ayuda de terceros. Lo preocupante es cuando no funciona dicha crianza, por
ejemplo los niños cuyos padres no viven en el mismo país y de un momento a
otro, reclaman la presencia de ellos. Algunos en su rebeldía muestran actitudes
de no querer ir al colegio, depresión o en el peor de los casos se vuelven
manipuladores, hasta llevar a cabo un negocio económico con el padre lejano,
por ejemplo negociar dádivas a cambio de mejorar su actitud, para con la
persona que esté encargada de él o ella. Mecanismo nocivo para el futuro
ciudadano, que en su vida práctica creerá que todo se maneja o soluciona con
dinero.
Los padres de familia deberían ser conscientes que los hijos
no están bien sino con quien les da la vida, delegar es un riesgo en un medio
tan hostil como el actual. Ahora, si las condiciones no lo permiten por las
múltiples razones que se presenten, les recuerdo que no podrán culpar en un
futuro a terceros de lo que la vida les
depare. Ese es un caso muy notorio en algunos padres, escudar y justificar
todos los fracasos de sus hijos, buscando culpables que nunca salieron del
entorno familiar.
Existen hogares actualmente, donde los padres son separados y
los hijos quedan en custodia o de la de la madre o del padre, y en casos
extremos de un tercero, los llamamos abuelos, tíos, padrinos, etc. Ellos asumen
el proceso de formación de buena intención, pero en la medida de crecimiento se
establecen afectivamente las deficiencias del proceso. He comprobado casos
donde los padres vuelven a establecer otra relación y quienes terminan educando
a los niños, son los padrastros. Algunos muy buenos y llegan lejos con la
intención y el rol que asumen, otros dan mal ejemplo, abusan sexualmente y en
muchos casos agreden físicamente, con el consentimiento de la pareja.
En cuanto a la parte educativa, existen padres que forman
hijos competitivos de una manera errada, fomentan en ellos una exigencia
cuantitativa del valor, por ejemplo, exigiendo en sus valoraciones o notas
bimestrales porcentajes altos, sin fijarse en lo aprendido cognitivamente, lo
importante es que saque una nota alta y demuestre que pudo ocupar un puesto
significativo, y lo demás no cuenta. En otros casos padres que excusan como
dije anteriormente, la irresponsabilidad y la falta de disciplina de sus hijos,
no enseñan con el ejemplo y por el contrario justifican el incumplimiento en la
entrega de sus obligaciones o a veces rayan en el descaro de inventarse
enfermedades u otras acciones con tal de que el maestro, le reciba
prácticamente cuando al educando con la complicidad de su progenitor, le
provoque. Los padres son testimonio de vida, un padre que le enseña a su hijo a
mentir, a robar, a expresarse de forma vulgar, no puede esperar en un mañana,
nada bueno; quizás ese mismo niño sea su peor verdugo en un futuro.
Estas acciones seguramente, reflejarán con el paso del
tiempo, la incompetencia profesional de jóvenes frustrados, que no duran en
cargos laborales por su falta de responsabilidad, y esto cuando logran
graduarse en la universidad y no hacen perder dinero al dejar las carreras
profesionales en mitad de camino, todo por una formación desde casa, mal
llevada.