sábado, 25 de abril de 2015

EDUCACIÓN DESDE UNA SOCIEDAD EN CAOS


Desde hace veinte años y durante este tiempo he podido constatar algunos aspectos que me generan muchas inquietudes que diariamente planteamos. Nos hacemos preguntas como por ejemplo ¿Qué sociedad nos espera? ¿Hacia dónde va este mundo globalizado? ¿Qué ciudadanos heredarán este planeta? ¿Existirán valores y cuáles serán?, en fin, las posibles respuestas recorrerán el contenido de la presente obra.

Para una buena parte de América Latina, la frase” en vías de desarrollo”, ha creado un fenómeno extraño en el comportamiento de algunos seres humanos, quienes han tipificado la frase como retraso, mendicidad, incapacidad, alienación, enajenación y en el peor de los casos, la justificación a nunca poder ser, lo que se quiere ser. Suena esta lista de sinónimos como una explicación porque somos como somos y no como deberíamos ser.

La familia circunscribe un papel notable en la construcción de una buena sociedad, en ella se aprende a través del ejemplo, de las buenas costumbres y acciones; el lenguaje del amor y la comprensión son el mejor cimiento de transmisión. Los padres que dialogan, que comparten, que son verdaderos tutores en la enseñanza de sus hijos, no tienen queja de lo que ellos ‘afuera’ puedan hacer.
En la familia se debe reflejar la educación integral, son papá y mamá quienes conjuntamente aplican el principio de Ley, se apoyan mutuamente y deciden qué es lo mejor para sus hijos, en el momento de ceder uno de los dos frente al principio de autoridad, será el inicio de la división. Existen padres a veces tan alcahuetes, que creen considerar a sus hijos como perseguidos de la sociedad, para ellos desde la escuela y muchas veces hasta en el trabajo, ya profesionales, sus hijos son víctimas de las circunstancias, nunca aceptan las falencias y errores que cometen.

Un buen ejercicio para los padres hoy, es dedicar más tiempo de compartir, olvidarse tanto de satisfacer gustos de consumo, que parecen más un remordimiento o complejo de culpa por sus errores, que un regalo. Escuchar a los hijos no en tono de reproche, ni acusación, sino de aclaración. El acompañamiento y educación que dan los padres de familia en casa, se verán reflejado en una mejor sociedad. La mayoría de jóvenes consideran necesaria la autoridad, parece incomprensible esa afirmación, pero al dialogar con ellos, comentan por ejemplo situaciones cuando un maestro profesor es buena gente y les deja realizar lo que ellos desean, muchos afirman que terminan de ‘montadores’, frente a la autoridad del profesor. Lo mismo ocurre en casa, cuando uno de los dos cede – uno es bueno y el otro malo. En otros casos, algunos padres al perder autoridad frente a sus hijos, los amenazan de una forma irrisoria con organismos de protección al menor o en el peor de los casos, renunciando a la tutela como padres, cosa descabellada y sin contextualizar. Claro que este tipo de amenazas son intimidatorias en niños pequeños, en los adolescentes no funciona. 

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