EDUCACIÓN DESDE UNA SOCIEDAD EN CAOS
Desde hace veinte años y durante este tiempo he podido
constatar algunos aspectos que me generan muchas inquietudes que diariamente planteamos.
Nos hacemos preguntas como por ejemplo ¿Qué sociedad nos espera? ¿Hacia dónde
va este mundo globalizado? ¿Qué ciudadanos heredarán este planeta? ¿Existirán
valores y cuáles serán?, en fin, las posibles respuestas recorrerán el
contenido de la presente obra.
Para una buena parte de América Latina, la frase” en vías de
desarrollo”, ha creado un fenómeno extraño en el comportamiento de algunos
seres humanos, quienes han tipificado la frase como retraso, mendicidad,
incapacidad, alienación, enajenación y en el peor de los casos, la
justificación a nunca poder ser, lo que se quiere ser. Suena esta lista de
sinónimos como una explicación porque somos como somos y no como deberíamos
ser.
La familia circunscribe un papel notable en la construcción
de una buena sociedad, en ella se aprende a través del ejemplo, de las buenas
costumbres y acciones; el lenguaje del amor y la comprensión son el mejor
cimiento de transmisión. Los padres que dialogan, que comparten, que son
verdaderos tutores en la enseñanza de sus hijos, no tienen queja de lo que
ellos ‘afuera’ puedan hacer.
En la familia se debe reflejar la educación integral, son
papá y mamá quienes conjuntamente aplican el principio de Ley, se apoyan
mutuamente y deciden qué es lo mejor para sus hijos, en el momento de ceder uno
de los dos frente al principio de autoridad, será el inicio de la división.
Existen padres a veces tan alcahuetes, que creen considerar a sus hijos como
perseguidos de la sociedad, para ellos desde la escuela y muchas veces hasta en
el trabajo, ya profesionales, sus hijos son víctimas de las circunstancias,
nunca aceptan las falencias y errores que cometen.
Un buen ejercicio para los padres hoy, es dedicar más tiempo
de compartir, olvidarse tanto de satisfacer gustos de consumo, que parecen más
un remordimiento o complejo de culpa por sus errores, que un regalo. Escuchar a
los hijos no en tono de reproche, ni acusación, sino de aclaración. El acompañamiento y educación que dan los padres de familia
en casa, se verán reflejado en una mejor sociedad. La mayoría de jóvenes consideran necesaria la autoridad,
parece incomprensible esa afirmación, pero al dialogar con ellos, comentan por
ejemplo situaciones cuando un maestro profesor es buena gente y les deja
realizar lo que ellos desean, muchos afirman que terminan de ‘montadores’,
frente a la autoridad del profesor. Lo mismo ocurre en casa, cuando uno de los
dos cede – uno es bueno y el otro malo. En otros casos, algunos padres al
perder autoridad frente a sus hijos, los amenazan de una forma irrisoria con
organismos de protección al menor o en el peor de los casos, renunciando a la
tutela como padres, cosa descabellada y sin contextualizar. Claro que este
tipo de amenazas son intimidatorias en niños pequeños, en los adolescentes no
funciona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario