domingo, 5 de marzo de 2017

APOLOGIA A LA PAZ II

No dejes que se muera el sol, sin que hayan muerto tus rencores (Gandhi)

Es curioso que cuando hablamos de paz siempre viene a nuestra cabeza los conflictos bélicos, las guerras entre países o situaciones internas civiles que agobian el bienestar humano. Nunca nos imaginamos que la paz no es otra cosa que el sosiego y la calma que alberga el hombre en su interior y en el entorno que lo rodea. Quizás las circunstancias que hemos vivido y las grandes problemáticas que durante décadas han sido la cotidianidad nuestra, nos hayan dejado el estigma de vivir especulando y haciendo conjeturas adversas a la realidad, que confunden y niegan la definición concreta a lo que vivimos y tiene que ser como lo real y no lo imaginario. Cuando Lederach menciona en su reflexión que debemos aterrizar el discurso académico a la realidad, entrando al corazón con los pies y las manos, no es otra cosa que “estar más juntos con”, eso quiere decir, sensibilizar y ponernos en el dolor del otro y su necesidad. Acá no caben los discursos ni las palabras bonitas, es más, me atrevería a decir, no cabe el rechazo pasivo y muchas veces simple de nuestra dirigencia gubernamental, hablar de paz nos tiene que tocar lo más íntimo de nuestro ser ontológico y antropológico, sensibilizarnos y entender que mientras exista inequidad, injusticia social, pobreza, corrupción, falta de oportunidades y amor para con el prójimo, estaremos lejos de un proceso encaminado a promover formas constructivas de resolver los conflictos, como es planteado por la autora Manuela Mesa en su escrito Paz y Seguridad.La paz es una tarea que implica compromiso de todas las partes que conviven y desarrollan una cotidianidad dentro de un espacio, no debe ser ajena a sus propósitos y fines, como lo son la calidad de vida y alcanzar la felicidad, fin último de todos los hombres como lo afirmó Aristóteles, porque cuando existe plenitud, el miedo desaparece y con ello la intranquilidad. Ser instrumentos de paz a manera de Francisco de Asís, puede ser un buen inicio a nuestras pretensiones y sueños.