miércoles, 6 de mayo de 2015


EL EJEMPLO COMIENZA POR CASA

Un aspecto que es importante anotar dentro de la educación sana de los hijos, es el trato de los padres y el ejemplo que ellos deben de dar como primeros formadores.

Martina es una niña pre adolescente en etapa de exploración, desde mucho antes de nacer, su abuela materna le contaba que sus padres se trataban mal y ambos se agredían físicamente, en su vida actual no ha dejado de evidenciar el mismo comportamiento en sus progenitores a tal punto, que en muchas de las recientes contiendas ha tenido que mediar para que su padre deje los golpes hacia la mamá.

Cuando un niño desde su infancia ha sido víctima del maltrato sicológico por parte de los padres, es difícil que pueda olvidar y sanar las secuelas del pasado. En su adultez tendrá serios vacíos de afectividad y verá en muchas ocasiones el sin sentido del amor y más bien, se hará notable el rechazo y odio hacia algunos aspectos que toquen su sensibilidad.
No quiero generalizar los casos del maltrato y sus consecuencias, pero soy atrevido al afirmar que un buen porcentaje de víctimas, sufrirán en un futuro alguna consecuencia que se derive de lo que se ve o se dice en una contienda de pareja. Las constantes discusiones acaloradas, teniendo como testigo a los hijos, son letales en el procedimiento de los pequeños, lo que ellos escuchan y ven, tarde que temprano lo reflejaran en su entorno. Igual la sociedad tendrá que ser consciente de las repercusiones derivadas, porque ello generará traumatismos que serán evidentes en ciudadanos resentidos y carentes de sensibilidad y afecto hacia los demás.

Resulta muy complejo tratar de entender el comportamiento del hombre, en una sociedad tan carente de valores, porque es justo en esa carencia donde se evidencian tantos casos que a la luz de las personas normales, no resulta fácil comprender. O qué respuesta podemos dar a casos donde el papá violenta sexualmente a sus hijas desde pequeñas con el aval de la mamá, sólo porque él es el único que sostiene la familia, y si lo denuncian, quién mantiene el hogar. Este mismo ejemplo se puede aplicar en el padre borracho o peor en los padres que enseñan a sus hijos a robar con ellos, o traficar. Es una muestra de la crisis de valores que hoy enfrenta la sociedad actual, que tendrá por desgracia que aplicar justicia a todos los infractores que desde el hogar se están haciendo delincuentes. El término por desgracia, que utilizo, obedece a una crítica al mismo Estado, que en muchos casos es culpable de buena parte de la generación de los conflictos, ya que la educación, la carencia económica y la misma calidad de vida, cada día son más deficientes en los sectores de mayor vulnerabilidad. Esto sin agregar las leyes que se aprueban, justificando “el libre desarrollo de la personalidad” y los decretos que atentan y vulneran a los menores. Todo esto es un componente de la gran cadena que comenzó mal y seguramente terminará mal a los ojos de los pesimistas, cuando en el diario vivir se aprecia una descomposición, cada día más fuerte.

Grandes civilizaciones cayeron por múltiples razones: corrupción, contiendas políticas, desastres naturales, y la misma Sodoma y Gomorra como los describe el texto sagrado, tocaron fondo por sus acciones morales. Entonces, ¿tendrá que claudicar esta generación y comenzar otra para iniciar bien? A veces tocar fondo no significa acabar, pero ello puede significar una lección de no volver a cometer los mismos errores que se cometieron en un pasado.