EL EJEMPLO COMIENZA POR CASA
Un aspecto que es importante anotar dentro de la educación
sana de los hijos, es el trato de los padres y el ejemplo que ellos deben de
dar como primeros formadores.
Martina es una niña pre
adolescente en etapa de exploración, desde mucho antes de nacer, su abuela
materna le contaba que sus padres se trataban mal y ambos se agredían
físicamente, en su vida actual no ha dejado de evidenciar el mismo
comportamiento en sus progenitores a tal punto, que en muchas de las recientes
contiendas ha tenido que mediar para que su padre deje los golpes hacia la mamá.
Cuando un niño desde su infancia ha sido víctima del maltrato
sicológico por parte de los padres, es difícil que pueda olvidar y sanar las
secuelas del pasado. En su adultez tendrá serios vacíos de afectividad y verá
en muchas ocasiones el sin sentido del amor y más bien, se hará notable el
rechazo y odio hacia algunos aspectos que toquen su sensibilidad.
No quiero generalizar los casos del maltrato y sus
consecuencias, pero soy atrevido al afirmar que un buen porcentaje de víctimas,
sufrirán en un futuro alguna consecuencia que se derive de lo que se ve o se
dice en una contienda de pareja. Las constantes discusiones acaloradas,
teniendo como testigo a los hijos, son letales en el procedimiento de los
pequeños, lo que ellos escuchan y ven, tarde que temprano lo reflejaran en su
entorno. Igual la sociedad tendrá que ser consciente de las
repercusiones derivadas, porque ello generará traumatismos que serán evidentes
en ciudadanos resentidos y carentes de sensibilidad y afecto hacia los demás.
Resulta muy complejo tratar de entender el comportamiento del
hombre, en una sociedad tan carente de valores, porque es justo en esa carencia
donde se evidencian tantos casos que a la luz de las personas normales, no
resulta fácil comprender. O qué respuesta podemos dar a casos donde el papá
violenta sexualmente a sus hijas desde pequeñas con el aval de la mamá, sólo
porque él es el único que sostiene la familia, y si lo denuncian, quién
mantiene el hogar. Este mismo ejemplo se puede aplicar en el padre borracho o
peor en los padres que enseñan a sus hijos a robar con ellos, o traficar. Es
una muestra de la crisis de valores que hoy enfrenta la sociedad actual, que
tendrá por desgracia que aplicar justicia a todos los infractores que desde el
hogar se están haciendo delincuentes. El término por desgracia, que utilizo, obedece a una crítica
al mismo Estado, que en muchos casos es culpable de buena parte de la
generación de los conflictos, ya que la educación, la carencia económica y la
misma calidad de vida, cada día son más deficientes en los sectores de mayor
vulnerabilidad. Esto sin agregar las leyes que se aprueban, justificando “el
libre desarrollo de la personalidad” y los decretos que atentan y vulneran a
los menores. Todo esto es un componente de la gran cadena que comenzó mal y
seguramente terminará mal a los ojos de los pesimistas, cuando en el diario
vivir se aprecia una descomposición, cada día más fuerte.
Grandes civilizaciones cayeron por múltiples razones:
corrupción, contiendas políticas, desastres naturales, y la misma Sodoma y
Gomorra como los describe el texto sagrado, tocaron fondo por sus acciones
morales. Entonces, ¿tendrá que claudicar esta generación y comenzar otra para
iniciar bien? A veces tocar fondo no significa acabar, pero ello puede significar
una lección de no volver a cometer los mismos errores que se cometieron en un
pasado.