jueves, 18 de septiembre de 2014


HISTORIAS SIN FINAL

Es la 1.15 p.m. de inicios del mes de Noviembre, habitualmente el almuerzo es compartido entre los cuatro miembros que conforman la familia. Nunca se comienza hasta cuando todos no estén listos en la mesa, una vez mamá termina de colocar el último plato y bendice los alimentos, se procede a consumirlos. Se guarda silencio mientras comemos, el rostro de mamá deja entrever una preocupación tan real como ficticia, es el presentimiento de anteceder a lo que se presiente. Nos miramos unos a otros y con temor corto ese momento, pregunto a Juan como sigue de salud. Desde hacía varios meses venía deteriorandose, constante gripa, fiebre intensa, una que otra laceración en los labios que esporádicamente dejaba ver los signos de una penosa enfermedad.
   -Sigo mejor aunque he perdido mucho el apetito, recuerdo me respondió en aquella ocasión. Y Lizet porque no está en casa, pregunté. Mi madre respondió que había salido a presentar un examen parcial a la oficina del profesor León - Salió desde muy temprano.
 - Esa es otra que en los últimos días no hace sino vomitar y no come porque todo le cae mal y lo peor, ese novio que no la deja  tranquila, agregó.
Es raro, hace varios años visito el mismo café y nunca había observado tantos hombres juntos en el mismo sitio, es más, acabo de ver a dos  besándose apasionadamente, con todo lo que he vivido no me extraña esto… lo raro es no verlo. He considerado siempre que en los peores momentos de mi vida siempre estuve rodeado de maricas y de putas, creo por eso no extrañarme de nada, al fin y al cabo cada quien puede hacer de su moral lo que quiera.
Los dolores del alma dice mamá que nada los cura, a veces veo pasar el tiempo y con ello la tristeza de siempre ver lo mismo, nada avanza y la lentitud de ver todo igual. Los hombres nos llenamos de hermetismo y en muchos casos del pesimismo que nos ha tocado vivir, no creer en el amor, no creer en la amistad, estar siempre solo; eso hace poco deseable la vida, a veces tengo la sensación de que todo huele a mierda y recuerdo a un amigo que solía decir que esta es una sociedad de mierda, gracias a las injusticias de la miseria que a diario vemos. No me parece un argumento válido, porque no considero cargarme con la desgracia del mundo.
Austín me llamó a decirme que encendiera la televisión para que me enterara lo que habían hecho los guerrillos, se habían tomado la máxima institución del Estado. Nada menos que el Palacio donde opera y legisla la sagrada corte Suprema de Justicia. Me dije para mí que eso era una de las tantas pataletas de los sublevados para tener un reconocimiento político. En un país donde todo se lo roban, todos creen tener derecho a participar del robo…
Mamá  llama por teléfono y me dice que Lizet se comunicó con ella y que está muy preocupada porque está atrapada en una oficina. De qué le pregunté:
- pues hijo del palacio de justicia… Y qué está haciendo allá. Presentando el examen del que hablamos. Creo que me estoy preocupando. Tranquilicé a Mamá y le dije que iría a casa en cuanto averiguara algo….
Me da siempre temor pensar, en la mentira, en el engaño, pero sobre todo en la ambición, escucho a diario historias de personas que por dinero han hecho cosas como…. Recuerdo alguna vez que estuve en la cárcel visitando a un amigo, cuando me vio, pobrecito, se puso a llorar… solo me dijo, no le deseo este mal a nadie. Estaba sindicado de haber violado a su propia hija, que tal la esposita, sólo porque ella como mujer no admitía que su cónyuge la hubiera dejado por otra mujer. Allí me presentó a Omar, un buen hombre, eso se veía y así lo sentí. Reunidos me contó esta historia. “vea hermano, yo llevo dos años en esta pocilga, olvidado hasta del tiempo, porque ya no se qué día es hoy, pero eso es lo de menos. Mi mujer, la que un día me hiciera ir al altar me tendió una trampa. Habiéndome ya separado y cada uno por su lado, nos veíamos esporádicamente gracias a que teníamos una hija en común. Una noche estando en casa con mamá, sonó el teléfono y contesté, era ella, y en su voz se notaba angustia y miedo a tal punto que yo mismo tuve susto mediático.
 –Qué pasó – Un hombre se entró a la casa y parece que está armado. Solo le dije – no abra, voy enseguida.
En la vida se cometen muchos errores y éste fue uno de ellos. Resulta que una vez llegué a la  casa, encontré la puerta abierta, había un silencio tétrico. Comencé a percatarme de que todo estuviera bien. Subí las escaleras que conducen a las habitaciones del segundo piso, noté que la alcoba principal tenía la puerta abierta, cuando de pronto observé a Elena tendida en el piso y llorando. Me miró y señaló el baño de la habitación, con sigilo empujé la puerta, cuando de pronto escuché un disparo, inmediatamente giré y era mi ex con un revolver  en su mano. – Estás loca – agregué - y solo dijo que tenía miedo que se levantara. Me lancé a ella y la despojé del arma, cuando la tenía en mi mano… Entró a la habitación la policía y me sorprendió. La muy cabrona, me señaló y les dijo que yo lo había hecho.
Encontraron un cadáver con un tiro en la cabeza, era el actual compañero de la señora. Fui sindicado como homicida en la integridad de aquel fulano, y no contenta con este enredo, testificó frente al juez que hacía tres días, había instaurado una demanda en contra mía por supuesto abuso sexual contra mi hija.  Ahora espero por cuál delito me juzgan y saber que no soy culpable de ninguno.