sábado, 8 de mayo de 2021

 


COHERENCIA INSTITUCIONAL


Recientemente Colombia, un país soberano con una maltrecha democracia se ha visto en boca del mundo, la causa, el fijar una reforma donde grava más impuestos al pueblo, los desmesurados abusos de autoridad y el vandalismo desaforado y sin control. No ha sido fácil para los expertos interpretar y buscar líneas de diálogo y concertación para el cese de las hostilidades. Un paro convocado desde mediados del mes de noviembre de 2019 fue el detonante para dilucidar un inconformismo generalizado del ciudadano del común frente a un gobierno históricamente sordo y mudo, que sólo ha gobernado para el beneficio de las familias prestantes y anquilosadas al poder. Una fractura que se denotaba, pero que, aunque era visible, no había sido mirada con cuidado, la falsa creencia que el olvido hace amnesia en quienes viven del pan y circo, se reompió, quedó totalmente desmititicada. Se vino pues la debacle, la crónica de un desastre anunciado, un país enormemente rico, administrado por los más incompetentes gobernantes. El tiempo fue pasando, la corrupción y la desigualdad social fueron creciendo, ya nadie podía detener el nivel de endeudamiento al que había llegado el Estado; una inversión mínima y unos programas paupérrimos de asistencia en el mejoramiento de la condición humana. Todo esto fue el caldo de cultivo para el estallido social que hoy nos tiene en la más absoluta incertidumbre y desconcierto por nuestras instituciones. La pandemia del corona virus desenmascaró la falta de inversión en sectores claves para garantizar el bienestar del ciudadano, la salud, el trabajo y la educación, dejaron ver la inequidad de la alta pobreza que se concentró en los estratos sociales 1, 2 y 3. En algún texto leí, que mientras los ricos no pensaran en como viven los pobres, sería difícil que ellos pudieran disfrutar sus riquezas libremente. El nivel de confort muchas veces hace que se desprecie e ignore el cotidiano vivir, partimos siempre de la premisa que todo está bien porque nadie dice nada, pero se olvida que son más los necesitados y desplazados por la injusticia social, que quienes gobiernan, derrochan y exprimen el fisco.

Entonces ¿Cómo solucionar la problemática? Creo que una aproximación a un diálogo concertado sería una buena opción para comenzar, cesar las agresiones, retirar las fuerzas policiales como medida de intimidación, amedrentamiento y represión. Convocar a una mesa de trabajo donde estén representados todos los sectores, donde se establezcan reformas no de asistencialismo y subsidios miserables, sino planes y reformas que incentiven y beneficien el agro, la salud, la educación y la apertura a la producción y el derecho al trabajo. Es conveniente que se estudie la posibilidad de una reforma política, donde se disminuya el número de parlamentarios, sus sueldos y prebendas que tanto malestar causan en la población civil. Las verdaderas reformas se piensan en los que tienen más y no en mutilar a los que nada tienen. Es hora de darle a la corrupción el entierro que merece, se debe castigar no sólo con cárcel sino con extinción de dominio a todos quienes se hayan enriquecido a expensas del estado. Revisar cuentas de paraísos fiscales e intervenirlas. Y por último creo que es necesario reiniciar los diálogos de paz, con ello seguiremos esclareciendo la verdad del conflicto armado, sus implicados, sus condenas y el restablecimiento del orden en territorios abandonados y dejados en manos del narcotráfico, las bandas delincuenciales y las disidencias de los grupos guerrilleros.

Los organismos internacionales deben ser los veedores que garanticen la constitucionalidad del Estado, la protección a los derechos humanos y a las garantías de la libre y objetiva información por parte de los medios de comunicación. El respeto a las autoridades y la legítima defensa son válidos en la medida que no se violenten las normas establecidas.  Es obligación del ciudadano respetar las instituciones y los bienes públicos, que de paso se ha dicho también son propiedad de todos, sólo así podremos salir de este túnel tan prolongado que nos ha tocado recorrer.



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