lunes, 11 de junio de 2018


LEJOS DE LA PALABRERÍA Y CERCA DE LA REALIDAD


“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos” (Martín Luther King)

Una discusión seria frente a nuestros compromisos como ciudadanos y cristianos, debería centrarse en aspectos sinceros y que nos aproximen a una realidad cercana y no distante como nos hemos acostumbrado. Colombia a lo largo de cinco o más décadas ha mostrado al mundo un panorama hostil, de violencia, de narcotráfico y de todas las manifestaciones de intolerancia que podrían en cualquier mortal que no conozca de nosotros, impactarlo y conmoverlo hasta el punto de rechazar y pedir urgentemente el cese de la violencia en nuestro territorio.
Hemos asumido posturas en su gran mayoría de insensibilidad, de pan nuestro de cada día, y en el peor de los casos de indiferencia porque eso ocurre por allá, en departamentos lejanos a nosotros, llenos de corrupción y miseria. La indolencia también es una forma de violencia, el silencio que omitimos nos hace cómplices de la gran tragedia que sucumbe en nuestro ser y en el hermano que no tuvo las mismas oportunidades que hoy yo tengo. Lo peor que nos pasa es perder la memoria, porque sin ella no tenemos historia, entonces, estaremos condenados a repetir una y otra vez todos nuestros errores, sin memoria no tenemos que perdonar, no existen los reclamos, no existen esclarecimientos de los acontecimientos, lo único que existe es impunidad, silencio y miedo. Entonces, la humanidad, la solidaridad, el amor, ¿Dónde quedó? Iniciar una pedagogía social, buscando esclarecer y reconocer en el dolor del otro, el dolor que yo no tuve, en perdonarme y pedir perdón a las víctimas por mi indiferencia e indolencia, en resarcir y reparar de una vez por todas las faltas que como ser humano y buen cristiano nunca cumplí. Será un buen comienzo para la elaboración de un duelo, una oportunidad para restablecer los vínculos sociales que perdimos y un horizonte para la reconstrucción de un mejor mañana. Transformar nuestro silencio y miedo, en reclamar a nuestros gobernantes mejores condiciones de vida, justicia, equidad, deben ser las expresiones que generen libertad y sueños no alcanzados. Hacerme más humano y aterrizar mi discurso académico y palabrero, en acciones solidarias, tal como lo afirma John Paul Lederach entrar al corazón, los pies y las manos… Estar más juntos con… deben ser las acciones que como ciudadano de bien, debo promover en procura de ser un verdadero constructor de paz, viviendo del testimonio y siendo un vocero de los derechos humanos, defensor de la justicia y la equidad social.
Si utilizamos el perdón como herramienta y solución a nuestra nefasta convivencia, también lo debemos hacer con la madre tierra y el medio ambiente que nos rodea, comenzar a crear buenos hábitos de cuidado y establecer normas como nos lo propone el buen Papa Francisco en su encíclica Laudato si, serán una buena razón para decir que somos cristianos solidarios y unidos en el amor por la reconciliación con Dios.

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